Hace justo 10 años, una querida hija dedicada a la literatura, llegó con este regalo, al cual se uniría con otro título regalo de mi yerno gran y dedicado lector.
En su libro Sapiens, el Dr. Yuval Noah Harari explica que, en algún momento, hubo más que solo Homo sapiens vagando por la Tierra. De hecho, probablemente existieron hasta seis tipos diferentes de humanos: Homo sapiens, Homo neanderthalensis, Homo soloensis, Homo erectus, etc.
En Sapiens: De animales a dioses, el historiador israelí Yuval Noah Harari ofrece una narrativa ambiciosa y estimulante sobre la historia de la humanidad, desde los albores de la especie Homo sapiens hasta la actualidad tecnológica. Publicado originalmente en hebreo en 2011 y luego traducido a más de 60 idiomas, este libro se ha convertido en un fenómeno global. Su éxito radica tanto en la amplitud de su mirada como en su capacidad para desafiar ideas convencionales sobre quiénes somos y cómo llegamos a serlo.
Un nuevo relato de la historia
Harari propone que tres revoluciones han dado forma a la historia de los seres humanos: la Revolución Cognitiva (hace unos 70.000 años), la Revolución Agrícola (hace unos 12.000 años) y la Revolución Científica (a partir de hace unos 500 años). Cada una de estas transformaciones redefinió profundamente las estructuras sociales, los sistemas de creencias y el poder humano sobre el entorno.
La Revolución Cognitiva permitió a los Homo sapiens desarrollar el lenguaje y la capacidad de crear "realidades intersubjetivas": mitos, religiones, ideologías, empresas y naciones. Según Harari, nuestra capacidad de cooperar en masa depende de estas ficciones compartidas.
Con la Revolución Agrícola, el ser humano pasó de cazador-recolector nómada a agricultor sedentario. Aunque esta transición facilitó el crecimiento poblacional y el desarrollo de civilizaciones, Harari sostiene que también trajo más sufrimiento individual, al incrementar el trabajo, las enfermedades y la desigualdad.
La Revolución Científica, iniciada alrededor del siglo XVI, rompió con la aceptación pasiva del orden natural. El impulso por conocer y dominar el mundo físico sentó las bases del imperialismo moderno, la economía capitalista global y los avances tecnológicos que hoy definen la vida moderna.
Más allá de la historia
Uno de los aspectos más distintivos de Sapiens es su tono provocador. Harari no duda en lanzar afirmaciones polémicas: ¿Fue la agricultura un error? ¿Son las religiones solo ficciones útiles? ¿Nos hace más felices el progreso tecnológico?
Estas preguntas no tienen respuestas fáciles, pero invitan a la reflexión profunda. Harari no escribe solo como historiador, sino como filósofo y observador de la condición humana, lo que convierte al libro en algo más que una obra de divulgación: es un ensayo sobre el significado de la civilización.
Críticas y controversias
No obstante su popularidad, Sapiens ha sido criticado por algunos académicos que señalan imprecisiones, simplificaciones excesivas y una tendencia al determinismo. Su estilo narrativo, si bien cautivador, a veces sacrifica el rigor en favor de la claridad o la provocación.
Sin embargo, muchos lectores y pensadores reconocen el valor del libro como puerta de entrada al pensamiento histórico y antropológico. Harari logra conectar datos científicos, teoría evolutiva y análisis cultural en una síntesis accesible y, sobre todo, estimulante.
Pero, sumado a la sintesis anterior para aquellos que no hubiesen tenido la oportunidad de leer a este autor; hay una razón por la que el Homo Sapiens aún existe hoy en día y los demás no continuaron evolucionando: una corteza prefrontal, que podemos inferir de las estructuras esqueléticas. En esencia, teníamos la capacidad de pensar de forma más compleja, lo que nos permitió organizar, cultivar, enseñar, practicar, habituarnos y transmitir un mundo adecuado para nuestra supervivencia. Gracias a nuestra capacidad de imaginar, pudimos construir la Tierra tal como es hoy prácticamente de la nada.
En cierto sentido, la idea de que los pensamientos crean la realidad es más que una simple idea; también es un hecho evolutivo. Gracias al lenguaje y al pensamiento pudimos crear un mundo en nuestras mentes, y, en última instancia, gracias al lenguaje y al pensamiento hemos evolucionado hasta convertirnos en la sociedad que tenemos hoy, para bien o para mal.Me dediqué por años, impulsado por las conversaciones co el psiquiatra Otto Döerr, y mi recordado y notable Profesor José Ricardo Morales: al estudio del lenguaje.
Casi todos los grandes maestros, artistas, profesores, innovadores, inventores y, en general, personas felices, podían atribuir su éxito a una comprensión similar. Muchas de las personas más destacadas del mundo comprendieron que, para cambiar sus vidas, debían cambiar de mentalidad.
Estas son las mismas personas que nos han transmitido algunas de las creencias convencionales más antiguas: que creer es llegar a ser, que la mente debe ser dominada, que el obstáculo es el camino. A menudo, nuestra incomodidad más intensa es lo que precede y nos obliga a pensar de una manera que nunca antes habíamos concebido. Esa nueva conciencia crea posibilidades que nunca existirían si no nos hubiéramos visto obligados a aprender algo nuevo. ¿Por qué nuestros antepasados desarrollaron la agricultura, la sociedad, la medicina, etc.? Para sobrevivir. Los elementos de nuestro mundo alguna vez fueron solo soluciones a los miedos.
En un contexto más cerebral, si aprendes conscientemente a considerar los “problemas” de tu vida como oportunidades para adoptar una mayor comprensión y luego desarrollar una mejor forma de vivir, saldrás del laberinto del sufrimiento y aprenderás lo que significa prosperar.
Creo que la raíz del trabajo del ser humano es aprender a pensar. De ahí, aprendemos a amar, compartir, coexistir, tolerar, dar, crear, etc. Creo que nuestro primer y más importante deber es desarrollar el potencial con el que nacimos, tanto para nosotros mismos como para el mundo.
La frase tácita de todo lo que escribo es: «Esta idea me cambió la vida». Porque las ideas son las que cambian vidas, y esa fue la primera idea que cambió la mía.