miércoles, 16 de abril de 2025

Mi Pasión por la Música

 
 


 Música Para Ignorante como yo

 

Durante mis muchos años como presentando programas musicales en televisión, y recitales en vivo, desde escenarios muy importantes, tener los guiones y lecturas sobre los temas a tratar era y es un deber. Conté en algún libro, mi conversación con Kenneth Clark, el gran difusor de la Historia del Arte, con su programa de televisión y libro Civilization. El tenía el don de la escritura, de los libretos de las conferencias; era un comunicado nato. Y, en el punto de los Libretos, me contaba lo difícil que es trasladar los textos a las imágenes.

Cinco minutos de televisión traducen muchas horas de trabajo, de producción y hoy en día, se aligera la carga con celulares y máquinas digitales, con las que se consiguen videos de muy alta calidad. Estos es fundamental, ya que lo que era instalarse en la búsqueda de localizaciones, y después los trabajos de escenografía, luces, sonido…y que el tiempo estuviesen de buen animo para recibirnos.

Antes, durante y después de un programa, me deben haber preguntado sobre esto cientos de veces. Personas por lo demás perfectamente inteligentes y bastante cultas, muchas de ellas muy exitosas en sus propios campos de actividad, parecen sentir que hay algún secreto en escuchar música clásica, algún truco o talento innato. Incluso si les gusta la música y asisten a conciertos o a la ópera, creen que sus opiniones sobre lo que han oído no son tan buenas ni tan valiosas; en resumen, como les informan. -como la mía. (Otros, por supuesto, sienten que sus opiniones son mucho mejores que las mías y no dudan en hacérmelo saber). Es como si la música clásica fuera una logia masónica, con un apretón de manos secreto y una contraseña compartida sólo por los iniciados. Lo que nos devuelve a nuestras preguntas originales.  ¿Cómo?  ¿Por qué?

El original de este libro, desbordante de imágenes, data de el año 2019, pero venía escribiendo por años. Ahí estaban todos mis libretos, que por supuesto había que revisar, y reescribirlos en el tono adecuado para un libro, por muy poco pretencioso que este fuese.

Hace una semana salió Now and Then, de Los Beatles, y fue un impulso notable para retomar las líneas con mayor actualidad, pero conservando la misma intención, de conectar a un lector de amplio espectro que se interese en la Música Clásica…si es que la hay.



En este documento encontrará pocos discursos académicos y escasas discusiones técnicas; por otro lado, encontrará aparte iconoclastas y frecuentes referencias culturales a todo, desde las películas de Arnold Schwarzenegger hasta el ingenio y la sabiduría de Woody Allen.

Muchos de mis sentimientos son poco ortodoxos y algunos seguramente irritarán a los expertos, como me lo hicieron varias veces para corregirme una pronunciación en japonés, o traducciones al aire, que no eran de Eaton…Mi tono es ligero, mi actitud ocasionalmente irreverente. Pero espero que mi intención sea seria y sincera: hacer que el principiante comprenda y ame el mundo de la música clásica, y ayudarle a él y a ella a convertirlo en parte de sus vidas.

Para lograr este objetivo, he adoptado una estructura poco convencional. “La Música” ( Para ignorantes como yo ). Está destinado a ser conversacional, como si tú y yo estuviéramos sentados juntos, hablando de música.

Yo hago la salvedad, que mi forma de escribir es conversando. No soy escritor, ni cronista o reportero. Solo un amante de las conversaciones entre seres humanos que les interesa saber, aprender y sorprenderse por el otro; sin el otro no existimos.

Aunque he incluido bosquejos biográficos de los compositores más importantes o interesantes, así como una discusión prolongada de las obras en mi libro básico, la intención es de guía y no de erudición, que hoy gracias a la Inteligencia Artificial, puede convertir a gente muy informada sobre un tema; con el único y gran reparo, de que esas mentes puedan retener e hilvanar lo que Bard, Bing, Claude, ChatGPT, Perplexity, y no sé cuantos nacerán y morirán en el proceso.


He tratado de evitar el enfoque de la música en una larga lista de educación, o la teoría del menú chino, o cualquiera de las otras estratagemas probadas y falsas que han sido utilizadas tradicionalmente por los bien intencionados apreciadores de música que fueron la pesadilla de nuestra existencia en algunos colegios.

Mi táctica tampoco es enciclopédica. Hay muchos de esos libros, incluidos los de David Ewen y Inside Music del comentarista, Karl Haas. Pero ambos presuponen cierto conocimiento del mundo de la música clásica. Este libro no asume ninguno. Es completamente un reflejo de mis propios gustos, gustos, intereses y prejuicios y no pretende ser completo ni justo.


Tengo muchas personas a quienes agradecer, especialmente a mi amigo Leopoldo Castedo, con quien trabajamos juntos por una década en televisión, y que en su pulcro, blanco y minimalista departamento en Paseo La Habana en Madrid , apoyado sobre centenares de CD impecablemente ordenados desencadenó el tema del Capítulo Tres cuando un día me invitó a tomarnos un vino al Pipa & Co Chamartín, cruzando el túnel, o paso bajo nivel Costa Rica.

Me preguntó entre tapas: "¿Cómo escuchas música clásica?" (Madrid hace eso con la gente.) Gracias también a mi trabajo, que permitió viajar por varias ciudades del mundo aprovechando la búsqueda de historias musicales. No existía Internet, así es que muchas historias vienen de Café en Viena o Venecia, por supuesto las historias, todas infladas al infinito sobre preguntas que sus parroquianos les habían realizado en cada café que hubieron servido.

Y por último, José Luis Rosasco y Vittori di Girólamo, que cada vez que comentábamos , sobre una emisión de un programa, me decían: “No escribas para tus colegas, escribe para el espectador ”, cualquier defecto en este sentido es enteramente culpa del autor. En venganza, le he dedicado este libro.

Finalmente, unas palabras de agradecimiento a mi familia, y en especial a esos nietos que me dan likes en Instagram, cuando publico alguna portada y reseña de un libro.

Así es que si aparece Taylor Swift es un reconocimiento para estos fanáticos Swifties.





Burchard Precht

 


Una Campanada Más


No deja de ser una impresionante coincidencia, que al entrar a la Catedral de Estocolmo, construida antes del siglo 13, también, al igual que Notre Dame en París, su campanario ofrezca un bellísimo panorama de la ciudad. Las resplandecientes aguas y frondosas islas de sus alrededores decorados por el "Prado de Agne”, junto a la orilla donde alguna vez se divisaron bajas cabañas de madera donde moraban los pocos habitantes de una isla, llena de pescadores.

El tañido de la campana, llamada "Campana del Domingo”, colgada de una saliente de la torre de la iglesia medieval, pone a los habitantes en armonía con sus pasado.

Siento una gran emoción al ver la impresionante escultura de San Jorge y el dragón, figura que llevé por doce años prendida al lado del corazón, y entre los pórticos de ladrillo divisar un púlpito dorado con la sencilla y humilde firma  en un borde interior de la escala y que nadie ha osado borrar tras trescientos años de instalación: Burchardt Precht. Carin Hult, me traduce y sin saber mi apellido me cuenta del magnífico escultor, traído de Alemania, para esculpir estas obras de arte (ella me regala la foto con que concluye el libro) 

El púlpito de la catedral de Upsala es una obra maestra del escultor y ebanista alemán Burchard Precht, que lo realizó entre 1725 y 1728. El púlpito está hecho de madera tallada y dorada, y tiene forma de una concha sostenida por cuatro ángeles. En la parte superior hay una corona real rodeada de rayos de sol, y en la parte inferior hay un relieve que representa el bautismo de Cristo. 

El púlpito tiene una altura de 7,5 metros y un peso de 2,5 toneladas. Fue encargado por el arzobispo Erik Benzelius el Joven, que quería embellecer la catedral con elementos barrocos. El púlpito fue inaugurado en 1731, y se convirtió en uno de los símbolos de la catedral.

Sin embargo, el púlpito sufrió varios cambios a lo largo de su historia. En 1766, se le añadió una escalera de caracol con una balaustrada de hierro forjado. En 1886, se le quitó la corona real y los rayos de sol, que se consideraban demasiado ostentosos. En 1930, se le restauró el color original y se le devolvió la corona y los rayos. 

En 1970, se le trasladó a la iglesia de Gustavo Vasa en Estocolmo, donde se encuentra actualmente. En su lugar, se instaló un nuevo púlpito más sencillo y moderno en la catedral de Upsala.

El púlpito de Burchard Precht es una muestra del arte barroco nórdico, que combinaba la influencia francesa e italiana con el gusto local. El púlpito refleja la importancia de la palabra y la predicación en la Iglesia luterana, así como el poder y la gloria del reino sueco en el siglo XVIII. El púlpito es también una obra de gran valor artístico y técnico, que demuestra la habilidad y la creatividad de su autor

Su púlpito fue dedicado al hijo sacerdote, para que llevase la palabra de Dios a los hombres, quizá pensando siempre en la memoria de la obra de su padre: Se llamaba Christian

Veo con los oídos, escucho con el corazón, los sonidos de la campana nos avisa que hay diálogos que no se hacen con la razón.

En La Tierra de Jesús

 

 


 Mi hermano sacerdote católico, se ha transformado en un prolífico escritor. Este es su último libro, que aprovecho de compartirlo en visperas de la Semana Santa

 

 En La Tierra de Jesús


Prólogo

 

 Nunca imaginé que un viaje pudiera cambiarme tan profundamente. 

 

No hablo solo del desplazamiento físico, de los kilómetros recorridos o del
 polvo que cubría mis zapatos al final de cada día. Hablo de un viaje interior, de esos que te obligan a detenerte, mirar hacia adentro y cuestionarte todo.


Caminar por la tierra de Jesús fue mucho más que seguir los pasos de un personaje histórico o visitar lugares sagrados marcados por siglos de fe. Fue poner los pies donde Él los puso, respirar el mismo aire, contemplar el mismo cielo. Fue escuchar el eco de las palabras que cambiaron al mundo y, de alguna forma, permitir que también cambiaran el mío, en mis varios viajes a la Tierra de Jesés.


Cada ciudad, cada rincón, cada piedra parecía tener algo que decirme. Nazaret, el lago de Galilea, el desierto de Judea, Petra, Jerusalén… No eran simples destinos turísticos, sino estaciones de un viaje espiritual que se iba revelando poco a poco, como un mapa dibujado desde el corazón.


Cada lugar visitado —el lago de Galilea, el desierto de Judea, el huerto de Getsemaní, el Gólgota— me habló en su propio idioma. A veces con claridad, otras con silencios. A través de encuentros, paisajes y momentos de profunda contemplación, fui entendiendo que este viaje no se trataba solo de geografía, sino también de alma.


Caminar por donde caminó Jesús no es simplemente una experiencia espiritual. 

Es un espejo. Uno que refleja nuestras luces y sombras, nuestras preguntas más humanas y nuestras esperanzas más profundas.