lunes, 21 de abril de 2025

Los Aciertos de Cónclave (película )

 

 

 

CONCLAVE

 

 Esto es lo que 'Cónclave' acertó —y se equivocó— sobre la elección de un nuevo papa. Estas líneas , me van a perdonar, pero les advierto que contienen spoilers de la película Cónclave. En la película ganadora del Óscar, Cónclave, la compleja estructura política de la Iglesia Católica se presenta en la pantalla grande mientras el Colegio Cardenalicio se reúne para elegir a un nuevo papa. 

 

Basada en el libro homónimo del novelista Robert Harris, la trama de la película es ficticia, pero el proceso de elección papal, conocido como cónclave, es real. Según el reverendo Thomas Reese, columnista de Religion News Service y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de California en Berkeley, la película fue bastante fiel a la realidad. 

 "El procedimiento de votación se realizó muy bien", dijo Reese: las urnas utilizadas fueron réplicas perfectas de las que se utilizan realmente para la quema de las papeletas. Señaló que una de las principales inexactitudes de la película fue el tratamiento del cardenal Vincent Benítez, interpretado por Carlos Diehz, quien fue nombrado cardenal in pectore, una frase en latín que se traduce como "en el corazón" y se refiere a un proceso en el que los nombramientos se realizan en secreto.  

En realidad, un cardenal nombrado in pectore no puede participar en un cónclave a menos que su nombre sea anunciado por el papa antes de su muerte, lo cual no ocurrió en la película. Reese es autor de varios libros sobre la Iglesia católica, incluyendo "Dentro del Vaticano: La política y la organización de la Iglesia católica", que detalla el proceso del cónclave. El proceso en sí, explicó Reese, se lleva a cabo en un entorno sin contacto externo con todos los cardenales menores de 80 años hasta que alcanzan un consenso de dos tercios. Humo blanco se eleva desde la chimenea del tejado de la Capilla Sixtina el 13 de marzo de 2013 en el Vaticano, después de que el argentino Jorge Mario Bergoglio fuera elegido papa Francisco. Humo blanco se eleva desde la chimenea del tejado de la Capilla Sixtina el 13 de marzo de 2013 en el Vaticano tras la elección del argentino Jorge Mario Bergoglio como Papa Francisco. 

Los cardenales no están solos. La Casa Santa Marta, tanto en la película como en la vida real, está dirigida por monjas que, como dice el personaje de Isabella Rossellini, la Hermana Agnes, se supone que son invisibles, pero sin embargo tienen ojos y oídos. En la película, la Hermana Agnes, quien dirige la Casa Santa Marta, acude en ayuda de la Hermana Shanumi, una monja que mantuvo una relación secreta y tuvo un hijo con uno de los candidatos favoritos para el papado. 

Caetlin Benson-Allott, directora de Estudios de Cine y Medios de Comunicación en la Universidad de Georgetown, destacó la interesante posición de estos dos personajes femeninos. 

 "Lo que realmente me gustó es que se ven ambos lados: la posibilidad de que las monjas asuman un papel más activo, como sugiere el cardenal Bellini, y también la historia de abuso sexual y explotación de mujeres en la Iglesia católica", 

dijo Benson-Allott. Al final de Cónclave, el cardenal Benítez revela que es intersexual, lo que refuerza el análisis de la película sobre los roles de género en la Iglesia. "La forma en que Benítez habla sobre descubrir que es intersexual afirma tanto la normalidad como la belleza de la identidad intersexual y evoca cosas que tanto Lawrence como Bellini decían anteriormente en la película sobre la necesidad de progreso", dijo Benson-Allott. 

 Una Iglesia más progresista es defendida por el cardenal Lawrence, interpretado por Ralph Fiennes, y el cardenal Bellini, 

Interpretado por Stanley Tucci. Aunque ambos, en algún momento, son fuertes aspirantes al papado, ninguno es elegido al final. La Hermana Susan Francois es la líder adjunta de la congregación en Nueva Jersey de las Hermanas de San José de la Paz. Dijo que los elementos humanos del proceso electoral le resultaron más evidentes en la película. 

 "Si bien deseamos, esperamos y rezamos para que sea un proceso de discernimiento completamente espiritual, somos solo seres humanos", dijo la Hermana Susan. "Es imposible no tener egos, preocupaciones e inquietudes que no salgan a la luz, pero aun así, como personas de fe, creo que las hermanas esperan, rezan y desean ser guiadas más por la luz del Espíritu Santo". 

Reese coincidió en que esta compleja campaña política existe en toda la Iglesia. "La Iglesia, solemos decir, es una institución divina gobernada por hombres, y no todos son ángeles y santos", dijo Reese. 

"Incluso cuando hay personas de buena voluntad que trabajan por el bien de la iglesia, por su bienestar, habrá desacuerdos... eso es humano y es normal.

 

 



Volviendo a la realidad, a horas del deceso del Santo Padre mirado con los ojos de un año extremadamente confrontacional, con la muerte del papa Francisco, la Iglesia católica ingresa en un momento de incertidumbre para el que el papa fallecido intentó prepararla. En horas más, los cardenales de todo el mundo serán convocados a Roma para reunirse en cónclave y elegir a su sucesor, y deberían evaluar si la visión de Francisco —una iglesia misericordiosa e inclusiva— sigue siendo la correcta, o si hace falta un abordaje totalmente diferente, tal vez más enfocado en cuestiones de la fe cristiana.

Antes del inicio del cónclave, los cardenales pasarán hasta dos semanas reunidos en Roma para evaluar qué tipo de papa hoy es necesario, tanto para la Iglesia como para el mundo. 

 Y a medida que avancen las deliberaciones, empezarán a preguntarse: “¿Cuál de nosotros?”. Solo entonces, los 135 cardenales con derecho a voto —los menores de 80 años— se recluirán en la Capilla Sixtina y decidirán la elección.

Los cardenales serán conscientes de la importancia del momento actual. En los últimos meses del papado de Francisco, Occidente y el orden establecido tras la Segunda Guerra Mundial parecían a punto de fracturarse. El mundo ahora parece una jungla donde la fuerza se impone a la razón, donde los centros imperialistas —Estados Unidos, China, Rusia— compiten cada vez más ferozmente por afirmar su propia soberanía mientras pisotean la soberanía de naciones más pequeñas.


Los cardenales también tendrán en cuenta el colapso social en muchos países: el creciente desmoronamiento de la convivencia cívica y el resentimiento furioso que subyace al auge del populismo nacionalista. También considerarán el aumento de la violencia y la perspectiva de más guerras, y se preguntarán qué le exige todo eso a la Iglesia en su conjunto y al papado en particular.

Aunque les preocupa la amenaza a la democracia y a las normas, es probable que la mayoría de los cardenales no lamenten la inminente desaparición del orden liberal, que muchos podrían considerar consecuencia del individualismo y la idolatría del mercado. Por el contrario, incluso podrían culpar al liberalismo occidental de lo que consideran graves desigualdades sociales, la privatización de la moral, la erosión de las instituciones y el desprecio por el bien común.

Muchos clérigos son tradicionalmente solidarios con los trabajadores, comparten la indignación de la gente común ante la forma en que la balanza se ha inclinado a favor de los ricos y los más formados, en detrimento de los trabajadores pobres. Muchos cardenales de África, Asia y América Latina, de donde provienen casi la mitad de los electores, también están indignados por la globalización impulsada por el mercado, y creen que los valores liberales occidentales fueron impuestos al mundo, disolviendo los lazos de confianza, tradición, comunidad y familia.

Al mismo tiempo, probablemente serán pocos los que estén impresionados por el ascenso de caudillos embanderados en las nociones de nación y de fe. Muchos tal vez consideren que Donald Trump, Elon Musk y sus secuaces son nihilistas que saben destruir pero no construir, y se horrorizarán ante el acoso a los migrantes y el temerario rechazo a las preocupaciones ambientales, ambos conceptos fundamentales para la doctrina social católica bajo el mandato de Francisco, quien durante su papado nombró al 80% de los cardenales que ahora tendrán que elegir a su sucesor. 

Probablemente verán en el nuevo autoritarismo una señal de que el Estado ya no actúa como un freno a lo que San Agustín llamaba la “libido dominandi” (el deseo de dominar), sino que ahora el Estado la exalta en la figura de un autócrata.

La pregunta que enfrentan hoy los cardenales es esta: ¿cómo puede la Iglesia proteger y promover su misión en este nuevo escenario? Porque si el Estado liberal era indiferente a sus creencias, pero se conformaba con que la Iglesia hiciera caridad, los nuevos autoritarios quieren que la Iglesia bendiga su ideologías pagana, pero no que defienda al extranjero y al débil.

Un observador veterano del Vaticano y de la Iglesia, escribe al día de hoy y lo transcribo; creo que es probable que los cardenales elijan a un papa que marque límites claros en defensa de la libertad de la Iglesia para proclamar sus valores, y que denuncie la tergiversación política de sus enseñanzas. Algunos podrían ver una analogía entre esta época y la de hace un siglo, cuando un papa timoneó la Iglesia a través de otra era de democracias en decadencia y autocracias en ascenso. 

En la época del totalitarismo que condujo a la Segunda Guerra Mundial, Pío XI (1922-1939) promovió y defendió una sociedad civil pluralista frente al poder asfixiante del Estado. Ahora, muchos cardenales pensarán que el nuevo Santo Padre debe hacer lo mismo.

En uno de los documentos doctrinarios más importantes del Vaticano del siglo XX, Pío XI detalló las obligaciones de la ley para proteger no solo la autonomía de la Iglesia, sino también la de todas aquellas instituciones intermedias —escuelas, organizaciones benéficas, sindicatos, organizaciones civiles— que no pertenecen ni al mercado ni al Estado, sino que surgen de grupos de personas que ponen en práctica los valores de su fe. El impacto directo de esa doctrina quedó patente en la carta de apoyo que Francisco les envió en febrero a los obispos de Estados Unidos, quienes habían sido criticados implícitamente por el vicepresidente J.D. Vance —un católico converso que se reunió con el Papa este Domingo de Pascua— por el apoyo de la Iglesia a los migrantes.

El legado de Francisco ocupará un lugar destacado en la toma de decisiones de los cardenales: no solo sus reformas, enseñanzas y prioridades, sino también su estilo, la forma en que encarnó y puso en práctica el Evangelio. En marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI y antes del cónclave que eligió a Francisco, los cardenales dejaron en claro que la prioridad era la reforma del Vaticano, tanto estructural como cultural. Francisco lo tomó como un mandato, y hoy el Vaticano prácticamente se ha liberado de los escándalos de la era de Benedicto XVI. Uno de los grandes logros de Francisco fue la elaboración de una nueva Constitución para el Vaticano, fruto de años de consulta y revisión, y es muy probable que los cardenales deseen que el nuevo pontífice consolide y amplíe esas reformas.

Algunos cardenales querrán un nuevo papa que pueda reconciliarse con los grupos frustrados con Francisco de uno y otro lado del espectro ideológico, como los tradicionalistas y conservadores de Estados Unidos y los progresistas en Alemania. Y es posible que tras el primer papa latinoamericano de la historia, que se centró en los márgenes del mundo, quieran que el sucesor de Francisco vuelva a enfocarse en Europa. Los cardenales podrían sentir que la Iglesia y la Unión Europea, nacida del espíritu de un humanismo católico, hoy se necesitan la una a la otra más que nunca.

Independientemente de lo que surja de las prioridades de los cardenales para elegir a su nuevo líder, es probable que el llamado de Francisco a la “sinodalidad” sea el que más resuene en sus debates. El término “sinodalidad” refiere a la antigua costumbre de la Iglesia de reunirse, debatir, discernir y decidir. Francisco adaptó la antigua práctica de los sínodos y concilios de una manera radicalmente inclusiva, que invita a todos los fieles a participar de muchas deliberaciones. Los cardenales podrían llegar a la conclusión de que en este momento es la mayor señal de esperanza que la Iglesia puede ofrecerle al mundo.

Esa “cultura del encuentro”, como la definió Francisco, puede parecer insignificante o inofensiva para quienes ostentan el poder, pero parte de una idea que quienes se dejan llevar por la ambición de poder no pueden comprender: la dignidad innata de todos, la necesidad de escuchar a todos, incluidos los marginados, y la importancia de esperar pacientemente que se llegue a un consenso. Todo eso es crucial para reparar el desgarrado tejido cívico de la actualidad.

También puede pasar que los cardenales observen al mundo y decidan que, independientemente de lo que deseen del próximo papa, el problema más acuciante que enfrenta la humanidad es el modo en que nos tratamos los unos a los otros.




 

De Papas y Profecías

 

         


            Las profecías de Baba Vanga, Nostradamus y San Malaquias...

 

1. La Profecía de San Malaquías: "De Labore Solis" (Juan Pablo II)

Predicción (siglo XII):
El lema "De labore Solis" (Del trabajo del Sol) correspondería al Papa número 110 en la lista de San Malaquías.

🔮 ¿Cómo se cumplió?

  • Karol Wojtyła (Juan Pablo II) nació el día de un eclipse solar (18 de mayo de 1920).

  • Su funeral (8 de abril de 2005) tuvo una inusual alineación solar (miles vieron "un resplandor" en el cielo).

  • Fue un Papa que trabajó incansablemente ("Sol" como símbolo de labor y energía).

📌 Críticas:

  • Los escépticos dicen que el lema es tan vago que podría aplicarse a cualquier Papa.


2. La Profecía del "Papa Negro" (Francisco, el primer Papa jesuita)

Predicción (Nostradamus y leyendas católicas):
Se hablaba de un "Papa no romano" que llegaría en tiempos de crisis, vinculado a la Compañía de Jesús (llamados "los Papas negros" por su hábito).

🔮 ¿Cómo se cumplió?

  • Francisco (2013) es el primer Papa jesuita en la historia.

  • También el primero no europeo en 1,300 años (de Argentina).

  • Su pontificado ha sido marcado por reformas y divisiones internas (¿crisis profetizada?).

📌 Críticas:

  • Nostradamus nunca menciona explícitamente a los jesuitas.


3. La Renuncia de Benedicto XVI ("Gloria Olivae")

Predicción (San Malaquías):
El lema "Gloria Olivae" (La gloria del olivo) se asoció tradicionalmente a un Papa de paz (el olivo es símbolo de paz) o vinculado a la orden benedictina (oliva en su escudo).

🔮 ¿Cómo se cumplió?

  • Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) eligió su nombre en honor a San Benito (patrono de Europa y fundador de los benedictinos).

  • Renunció en 2013, un evento inédito en 600 años (¿"olivo" como símbolo de humildad?).

📌 Críticas:

  • Algunos esperaban un Papa más pacifista (Benedicto fue dogmático).


4. El Tercer Secreto de Fátima (Atentado a Juan Pablo II, 1981)

Predicción (1917):
El Tercer Secreto de Fátima (revelado en 2000) habla de "un obispo vestido de blanco que cae bajo balas".

🔮 ¿Cómo se cumplió?

  • 13 de mayo de 1981: Juan Pablo II fue baleado por Mehmet Ali Ağca en la Plaza San Pedro.

  • Él mismo atribuyó su supervivencia a la Virgen de Fátima (el ataque ocurrió en su festividad).

📌 Críticas:

  • El Vaticano inicialmente ocultó el secreto, generando teorías de que hablaba de algo peor (¿un futuro Papa asesinado?).


5. La Profecía del "Papa que Muere en el Exilio" (Pío VI)

Predicción (Siglo XVIII, videntes católicos):
Se decía que un Papa moriría lejos de Roma, en medio de una gran crisis política.

🔮 ¿Cómo se cumplió?

  • Pío VI (1799): Fue capturado por tropas napoleónicas y murió en prisión en Francia.

  • Fue el primer Papa en no ser enterrado en Roma en siglos.

📌 Críticas:

  • Era una época convulsa (Napoleón persiguió a la Iglesia), así que no era difícil "predecirlo".


6. La Señal de los "Dos Papas" (Benedicto y Francisco)

Predicción (Videntes medievales y Nostradamus):
Varios textos hablaban de "dos soles en el cielo" o "dos pastores", interpretado como un cisma.

🔮 ¿Cómo se cumplió?

  • 2013-2022: Por primera vez en la historia, hubo un Papa reinante (Francisco) y uno emérito (Benedicto).

  • Esto generó tensiones teológicas (¿quién tenía autoridad?).

📌 Críticas:

  • No hubo un verdadero cisma, solo un escenario inusual.