martes, 15 de abril de 2025

EGIPTO

 


 


 

Una de las visitas, fue una invitación muy amable, del gobierno Egipcio, con dos fines: el primero dar confianzas por medio de nuestras crónicas, Al menos 67 personas, incluidos 57 turistas extranjeros, resultaron muertas entre las ruinas de Luxor (alto Egipto) en el atentado más sangriento cometido por los extremistas islámicos desde que en 1992 lanzaron su guerra sin cuartel contra el turismo, la principal fuente de ingresos del país. El grupo terrorista Gamaa Islamiya se responsabilizó una vez más de la matanza. Camuflados entre las ruinas, los atacantes esperaban la llegada de los turistas para empezar a disparar sus armas automáticas. No fue sólo un tiroteo. Los heridos de bala fueron rematados a cuchillo. El horror se prolongó durante 45 minutos la segunda, poder entrevistar a cientos ministros, sobre el estado de la Economía y Desarrollo del país.

Tras llegar al Valle de los Reyes, me imagine ese dantesco espectáculo, donde los turistas, que acababan de descender de autobuses frente a las ruinas faraónicas, caían  ametrallados. Las escalinatas y parte del interior del templo, construido hace 3400 años, quedaron sembradas de cadáveres y de personas heridas. Centenares de turistas extranjeros y ciudadanos egipcios que visitaban al lugar se arrojaron al suelo entre las balas o se  ocultaron detrás de las gruesas columnas de piedra caliza de las ruinas, tratando de salvar la vida, en tanto que la policía devolvía el fuego, me cuenta el guía junto a la patrulla armada que nos escolta.

Y, la segunda idea , como dije, era entrevistar a dos ministros, sin pauta, y en un tono de conversación libre sobre variados temas, que fueron desde la religión y la economía, hasta las exportaciones e industrias especializadas, más el turismo, actividad fundamental dentro del P.I.B. Egipcio.

Con su ancestral cordialidad, se da tiempo para hablar de historia, filosofía, y de aquellos lugares que debiese visitar en una próxima visita, debido a la agenda tan constreñida que teníamos durante este viaje.

Le pregunto si podremos, o podré visitar la "El Arafa" -como se conoce en el dialecto cairota a esta necrópolis- es una ciudad cuya vida discurre en paralelo a la del resto de vecindarios. La Ciudad de los Muertos, cuyas restricciones son de orden de imagen especialmente.


Me concede todas las facilidades, observando lo delicada que son las fotografías. Se entiende y en un descanso, partimos con el guía a sus recovecos donde se han instalado talleres mecánicos, negocios de orfebres, tiendas de ultramarinos, cafés o constructoras. Es también el hogar de los sepultureros que se reparten el negocio funerario. Viviendo entre tumbas.

Mohamed, de 70 que parecen 90 años, es uno de los más curtidos en el oficio:

"Hay unos cincuenta sepultureros en esta ciudadela. Cada uno tiene su territorio dentro del cementerio", comenta el anciano enfundado en galabiya (túnica tradicional) y arrellanado en el suelo de su tumba por la que merodean, atentos, parte de su familia.
El camposanto más concurrido de la megalópolis cairota, situado en los alrededores del barrio islámico que fascina a los turistas, es una sucesión de criptas donde miles de familias han hallado cobijo.

Un paisaje árido y hostil a los pies de la montaña de Mokattam que se pobló de vivos a partir de la guerra árabe israelí de 1967.

En sus calles desembarcaron entonces los desplazados de la zona del canal de Suez y las mudanzas no han cesado, alimentadas por los abismos sociales de una urbe de 20 millones de personas y el hacinamiento de sus principales barrios.

Se le conoce como "la ciudad de los muertos" porque parece una ciudad fantasma, con sus estrechas callejuelas que serpentean como calles entre las tumbas. Los cairotas la ven como un lugar lúgubre y sombrío, habitado por los espíritus de los muertos.

La Ciudad de los Muertos de El Cairo es un lugar insólito en el que los vivos y los muertos conviven sin pudor. Cuenta con unos 7 kilómetros cuadrados a lo largo de los cuales se extienden las viviendas formadas por estancias pequeñas y frías con patios de arena en los que se extienden antiguas tumbas.

Sin electricidad y sin agua corriente, algunas de las improvisadas casas ubicadas en suntuosos panteones cuentan con tumbas en el interior de las habitaciones.En medio del caótico panorama cubierto por la hostilidad y la relativa frialdad de las interminables avenidas, sorprende encontrar cafeterías y tiendas que ofrecen todo tipo de servicios, como relataba al comienzo.

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